lunes, 28 de septiembre de 2015

ARGENTINA 1930, EL TRANVIA QUE CAYÓ AL RIACHUELO

El 12 de julio de 1930, cerca de las 5 de la mañana, el interno 75 de la línea de Tranvías 105 partió de la zona sur de la provincia rumbo a la Ciudad de Buenos Aires. Algunas versiones dicen que salió de Lanús, otras de Temperley. Su trayecto continuaba por Avellaneda, atrevesaba el barrio de Barracas, seguía hasta la estación de Constitución. En horas pico estaba repleto de trabajadores. Así había empezado esa jornada.
Un frío de invierno con una llovizna persistente se hacía notar. Completaba el cuadro una niebla densa, aunque nada de ello podía llamar la atención ya que se trataba de un clima característico del invierno de Buenos Aires.
El vehículo debía cruzar el Riachuelo por el puente Bosch, en Barracas. Este puente metálico levadizo corre por las vías del Ferrocarril General Roca y había sido inaugurado en 1908.
Cada coche tenía capacidad para 36 personas sentadas. Esa madrugada viajaban a bordo 72 pasajeros. Llegó a la estación Avellaneda y luego de su parada se dirigió rumbo al puente Bosch. Eran cerca de las seis de la mañana.
En ese mismo momento, la barcaza "Itaca II", que navegaba el Riachuelo por la misma zona hizo sonar sus sirenas, y el puente comenzó a elevarse. El vigía activó el mecanismo del puente y encendió también la luz roja en el costado de las vías, para prevenir que ningún tranvía intentara realizar el cruce durante la operación.
El tranvía continuó con su recorrido normal, tomando la curva que lo llevaba directamente hacia el cruce del Riachuelo. Nadie pudo explicar certeramente, como el conductor no advirtió la señal de alarma y continuó su trayecto sin notar que el puente se había levantado.
La versión de los hechos contada por el sereno del puente Manuel José Rodríguez, señalaba que: "En ese momento me pareció escuchar el ruido de un tranvía y sentí un sudor frío. Me asomé por la ventana de mi garita y vi, entre la niebla, las luces de las ventanillas de un vehículo que acababa de entrar al puente. Medio desesperado, empecé a gritar para que el motorman me escuchara, pero fue inútil. Era el tranvía 105, que venía muy ligero. El conductor no podía escucharme; tampoco tenía ya tiempo de frenar. Pasó debajo mío como una tromba y lo vi caer al vacío en forma espectacular, hasta que se hundió completamente en el río; en ese momento se apagaron los chirridos de las ruedas y se sintió el ruido del impacto con el agua. Después todo fue silencio aterrador. Bajé de la garita y me encontré con otras personas que también habían presenciado la escena y empezamos a pensar cómo diablos podríamos sacar a esa gente de allí dentro".
El diario La Razón recogió el testimonio de un albañil italiano, pocas horas después del accidente: "Yo estaba sentado en el segundo asiento que da a la plataforma delantera. El tranvía se hallaba atestado de obreros. La caída nos tomó a todos de sorpresa, pues nadie advirtió el peligro que corríamos cuando nos acercamos al puente. Sólo recuerdo que al producirse la caída se oyeron gritos de todas partes y que yo me sentí llevado quizá por el impulso de los que caían sobre mí cuando el tranvía daba tumbos antes de desaparecer bajo las aguas. Una vez en el fondo, sentí la impresión de que pisaba sobre algo blando...y creo que logré aferrarme a una de las ventanillas que estaban abiertas. Semiasfixiado, después me encontraron los del remolcador prendido a uno de los cables del troley. Luego me desmayé".
Otro sobreviviente declaró: "Nadie pudo darse cuenta de la tragedia que nos acechaba...Al caer se oyeron gritos, la gente se arremolinó, unos se fueron contra otros. Todo se produjo en tan escasos segundos, que hasta es difícil reconstruir mentalmente lo que sucedió en esos momentos. Yo estaba sentado en el segundo asiento de la derecha, cerca de la puerta delantera. Y como estaba contra la ventanilla, al caer el tranvía me fui contra el vidrio. Con el propio peso y los que cayeron sobre mí, aquel se rompió y quedé en el agua".
Sólo cuatro pasajeros pudieron salir del tranvía con vida. Se dijo también, que algunos pasajeros que viajaban en la plataforma trasera del tranvía lograron arrojarse del vehículo, cayendo sobre la pasarela del puente y salvando así sus vidas.
Sucedió hace más de ochenta años y por la magnitud de la tragedia, todavía perdura en el recuerdo de varias generaciones.

Fuente: "Conexión 2000", desde La Boca del Riachuelo hasta la Ciudad de Buenos Aires.




sábado, 26 de septiembre de 2015

EBOLA, EL ORIGEN

Era septiembre de 1976.

El lugar era un distrito en la zona norte de la República del Congo, una región de selva tropical con aldeas dispersas y drenada por el río Ebola.
A día de hoy, el primer caso de ébola Zaire no se ha podido identificar. A inicios de septiembre, algunas personas que probablemente vivían al sur del río Ébola puede que tocaran algo sanguinolento.
Pudo ser carne de mono (los habitantes de la región cazan monos para comer ), o de otro animal, un elefante o un murciélago. O quizá una persona tocara un insecto aplastado o le picase una araña. Fuera cual fuere el huésped original del virus, parece que el contacto sangre a sangre permitió al virus trasladarse al mundo humano.
El virus afloró en el hospital de la Misión de Yambuku, una clínica rural dirigida por monjas belgas. El hospital consistía en una estructura de techos de chapa y paredes de concreto blancas, instalada junto a una iglesia en la selva. Al costado, los enfermos hacían fila delante de la clínica, tiritando a causa de la malaria, mientras aguardaban a que una monja les diera una inyección para mitigar el malestar.
En la Misión de Yambuku, también funciona una escuela. A finales de agosto, un maestro de la escuela y sus amigos fueron de vacaciones por el norte de Zaire. Llegaron al río Ebola, lo cruzaron en una barcaza y siguieron hacia el norte. Cerca del río Obangui se detuvieron en un mercado junto a la ruta, donde compraron carne de antílope y carne de mono recién sacrificado. Colocaron todo en la caja trasera de su camioneta y continuaron mientras daban brincos por la deteriorada ruta.

Regresaron, y cuando el maestro llegó a su casa, su esposa guisó la carne de antílope y todos los miembros de la familia la probaron. A la mañana siguiente, el maestro cayó enfermo, así se acercó al hospital de Yambuku, para que las monjas le dieran la inyección.
A primera hora de cada día, las monjas extendían sobre una mesa las cinco agujas hipodérmicas que utilizarían para darles inyecciones a cientos de personas. Las monjas y el personal lavaban de vez en cuando las agujas en una palangana con agua caliente para eliminar los restos de sangre, pero lo normal era que diesen un pinchazo tras otro sin enjuagar la aguja, mezclando la sangre de todos.
Dado que el virus del ébola es muy contagioso, y con solo unas pocas partículas transmitidas por contacto sanguíneo da lugar a una enorme amplificación en el nuevo huésped, aquello constituía una excelente oportunidad para la difusión del agente.
Pocos días después de que el maestro recibiera la inyección, desarrolló el ébola Zaire. Fue el primer caso conocido de este virus. Quizá se lo contagió en el viaje al norte de Zaire. Pero bien pudo contraerlo a través de una aguja sucia cuando le dieron la inyección en el hospital, lo que significa que alguien que había visitado antes el hospital tenía el virus del ébola y había recibido una inyección con la misma aguja que habían utilizado para el maestro.
El virus hizo erupción simultánea en unas 50 aldeas en los alrededores del hospital. Primero mató a los que habían recibido las inyecciones y luego fue extendiéndose por las familias, terminando sobre todo, con las mujeres que son las que en Africa preparan a los muertos para el entierro. Se amplificó y arrasó al personal sanitario del hospital de Yambuku, matando a la mayor parte de las enfermeras, y luego, a las monjas belgas.
La primera monja que desarrolló el ébola fue una partera que había intervenido en el nacimiento de un niño muerto. La madre estaba muriendo de ébola y había transmitido el virus al hijo antes de que este naciera. La monja terminó con las manos manchadas de sangre de la madre y del feto. Era muy peligrosa y la monja debía tener alguna pequeña llaga o un corte en la piel de sus manos, ya que desarrolló una infección explosiva y murió a los cinco días.
Hubo otra monja en el hospital de Yambuku que también cayó enferma. Un sacerdote junto a una hermana la llevaron en avioneta hasta la capital, Kinshasa. la internaron en el hospital de Ngaliena en una habitación individual. Cuando la enferma murió, toda la habitación estaba manchada de sangre. Después de llevarse el cuerpo envuelto en sábanas, nadie quiso entrar a limpiarla. Fue cerrada con llave durante días.
Nadie sabía que había matado a la monja, pero se trataba sin duda de una gente que se replicaba, y no resultaba fácil reflexionar con serenidad sobre los rasgos y síntomas de la enfermedad. Lo que tampoco contribuía a la calma eran los rumores que llegaban de la selva, que decían que el agente estaba devastando todas las aldeas del curso alto del Congo.
La monja que acompañó a la difunta, también comenzó a agonizar con los mismos síntomas.
En el hospital de Ngaliema, una joven enfermera que había atendido a la primera monja cuando esta murió en la habitación atestada de sangre. Algunas gotas de sangre o de vómito de la enferma tuvieron contacto con la enfermera, porque comenzó a padecer dolor de cabeza y cansancio. Sabía que se estaba enfermando, se marchó del hospital y desapareció durante dos días. Anduvo por la ciudad para tramitar los permisos para viajar al extranjero.
Al día siguiente se sentía peor, pero en lugar de comunicárselo al hospital donde trabajaba, recurrió a otro hospital, Mama Yemo. El dolor de cabeza era muy fuerte y el del estómago crecía. Aguardó en la sal de urgencias, junto a varios chicos. Nadie le prestó atención porque de lo único que se quejaba era de un dolor de cabeza y tenía los ojos enrojecidos. Finalmente un médico le recetó una inyección para la malaria y le dijo que debía ponerse en cuarentena. Pero ya no quedaba lugar en ese hospital, así que la derivó al hospital Universitario. Los médicos no le vieron nada anormal, excepto posibles síntomas de malaria. Su dolor de cabeza empeoraba. Por último hizo lo último que le quedaba: volvió al hospital de Ngaliema y solicitó ser admitida como paciente. La internaron  en una habitación individual, entró en letargo y el rostro se le congeló, convirtiéndose en una especie de máscara..
Las noticias sobre el virus se fueron filtrando desde la selva, y se rumoreaba que una enfermera infectada había estado deambulando desde hacía dos días por los alrededores de Kinshasa, teniendo contacto con mucha gente en salas de hospitales y lugares públicos. Se desató el pánico en la ciudad. Los rumores llegaron rápido a las oficinas de la Organización Mundial de la Salud, en Ginebra, Suiza. La enfermera irresponsable, pudo haber sido el desencadenante de una epidemia a escala mundial de esa enfermedad desconocida.
El presidente de Zaire hizo intervenir al ejército, apostó soldados alrededor del hospital de Ngaliema..
Se hizo todo lo posible para salvar a la enfermera. Una doctora afirmó, "El sida es un juego de niños comparado con esto".
Se le administró a la enfermera cubos de hielo para aliviarle el dolor de garganta y calmantes. Comenzó a tener hemorragias por la boca y la naríz. Se le hicieron tres transfusiones de sangre para reemplazar la que perdía por la naríz. En la última fase sufrió una taquicardia aguda. El ébola le había entrado en el corazón. Aquella noche murió de un ataque cardíaco.
Los equipos médicos se desplegaron por toda Kinshasa y lograron localizar a 37 personas que habían tenido contacto directo con la enfermera durante el tiempo que había estado deambulando por la ciudad. Dispusieron dos pabellones en el hospital y las aislaron allí durante un par de semanas. Envolvieron los cadáveres de las monjas y de la enfermera en sábanas empapadas de productos químicos, luego los envolvieron en plástico y los metieron en ataúdes herméticos.

Para alivio de Zaire y el mundo, el virus no llegó a arraigar allí. Fue reduciéndose en el nacimiento del río Ebola y retrocedió a su escondite selvático. Al parecer este virus no se transmite por aire. Nadie se contagió con el virus de la enfermera. Había compartido una botella de gaseosa con alguien y ni siquiera esa persona cayó enferma.
Pero como todos sabemos, volverá otra vez y con mayor ferocidad...

jueves, 17 de septiembre de 2015

ALEISTER CROWLEY, "LA BESTIA"

LA LEYENDA

Está considerado como el mago más importante de nuestro siglo, del que surgió buena parte del ocultismo moderno. Sus contemporáneos lo calificaron como "la bestia humana" o "el hombre más perverso del mundo". Esa leyenda negra estaba sostenida por el mismo Crowley para escandalizar a la pacata sociedad victoriana.
A los ocho años, Aleister, le administró arsénico a un gato. Para que no se opusiera le suministró cloroformo. Lo quemó en el horno y luego lo despellejó aún vivo.
Su madre lo llamaba "La Bestia" y "666", porque su hijo le recordaba las dos bestias del Apocalipsis, cuyo texto dice: "Vi como salía del mar una bestia, que tenía diez cuernos y siete cabezas...Abrió su boca en blasfemias contra Dios. Fuéle otorgado hacer la guerra a los santos y vencerlos...El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis".
El niño no se amilanaba ante la comparación y la llamaba "estúpida santurrona". Cuando su madre murió, ya adulto, añadió, "¡que el diablo tenga su alma!". Crowley no sentía más simpatía por su padre, llegando a sustituir su nombre, Edward Crowley, por el de Aleister.
No hubo persona a la que no destrozara, juramento que no incumpliera, vicio que no probara.
Su primera mujer era hermana de uno de sus amigos, una joven viuda harta del acoso de sus pretendientes, a la que Crowley le ofreció "matrimonio sin consumación" para que se librase de ellos. Se casaron y, a las pocas horas, Crowley incumplía su compromiso. Ella se hizo alcohólica y murió en uno de sus delirium tremens. Antes de divorciarse, Crowley casi mata a su suegra, al tirarla por la escalera cuando la echaba a patadas de su casa.
Su segunda esposa también terminó alcoholizada. Él mismo era un drogadicto que consumía heroína, cocaína, opio, hachís, marihuana, peyote y mescal, entre otras drogas.
Era bisexual y le gustaba colgar a sus amantes boca abajo en el guardarropa y marcarles con sus dos caninos que, según dicen, se afiló con ese propósito.
Algunos de sus discípulos sufrieron alteraciones nerviosas, como Lord Tankerville o Victor Neuburg al que Crowley maldijo. Víctor decía que era la razón de sus múltiples enfermedades.
Otros tuvieron menos suerte y perdieron la vida como Raoul Loveday, de quien se dijo que había sido envenenado por "La Bestia". También murió Alexis Pache, un alpinista suizo, cuando se encontraba a solas con Crowley en una escalada. Otro, Norman Mudd, se suicidó. También uno de sus maestros, Liddell Mac Gregor Mathers, murió convencido de que lo aniquilaban las poderosas emanaciones mágicas, procedentes de Crowley.
Los periódicos de la época lo llamaban: "El hombre más perverso del mundo", "El rey de la depravación", "El hombre al que todos nos gustaría ahorcar", "El caníbal", "La bestia humana" y "Germanófilo".
A su muerte el Primer Ministro de su Graciosa Majestad, declaró: "Aleister Crowley es el personaje más inmundo y más perverso del Reino Unido".
Esta es la leyenda que lo acompañó toda su vida, azuzada por la prensa durante más de treinta años. No hay perversidad, ni crimen, ni acción maligna de la que no fuese acusado. Pero hoy no estamos en la Inglaterra victoriana y el mundo es mucho más tolerante y libre que a principios del siglo XX.


LA OTRA CARA DE LA LEYENDA

Su infancia se desenvolvió en un ambiente opresivo y puritano, ya que sus padres pertenecían a la secta más intransigente y rigurosa de la época, "Los hermanos Plymouth". Para ellos todo era pecado o debilidad inaceptable. Por eso, su madre nunca lo abrazó, ni besó, ni le contó cuentos, soló la Biblia.
Aleister, a pesar de la rigidez familiar, hacía de las suyas, que su madre castigaba llamándolo "Bestia", el sumun de la maldad para la doctrina de su secta. Él se defendía asumiendo el apelativo y rebelándose contra todo aquello que representaba su familia. Si en nombre del bien lo torturaban y lo hacían desgraciado, él adoraría al mal. Se convertirá en un mago luciferino, adorador sistemático del mal.
En una de sus conferencias explicó porque torturó al gato. Su madre le había dicho que los gatos tenían nueve vidas y decidió comprobarlo constatando, una vez más, que sus enseñanzas eran falsas. El torturador del gato no era un sádico desalmado sino un niño inquisitivo.
Su padre, el hombre cuya boca nunca había blasfemado o dicho injuria, que había abandonado su imperio económico para dedicarse a la religión, murió de cáncer de lengua, cuando Aleister tenía doce años. Su tío materno se encargó entonces de su educación, aún más rígida.
El Crowley adolescente, con una inteligencia superior a lo normal y en un ambiente represivo, se saltaba continuamente las reglas. Desde leer a escondidas (lo tenía prohibido) hasta perder la virginidad a los catorce años con una criada, y ¡en la cama de su madre!.
A los 16 años, su madre lo ingresó en el Trinity College de Cambridge, sintiéndose por primera vez libre. En esa etapa se divirtió transgesoramente, pero también se dedicó con ahínco al estudio.
En esa época se rebeló contra la hipocresía social. Publicó una obra erótica, "White Stains" (Manchas Blancas) que se la dedicó a su pío tío materno. El escándalo fue tal que preparó una conferencia, "La miseria sexual en Gran Bretaña", por el doctor Aleister Crowley, escapado de la Universidad de Cambridge. La sala la presidió un tapiz indio con un enorme falo, y Crowley se dirigió a la audiencia: "¡Las manchas blancas no están sólo en las sábanas sino en los anteojos de los que ven febrilmente la perversión!".
Se hizo amigo de intelectuales y de artistas con contínuas estancias en Londres y París, donde conoció a Rodin, a Somerset Maugham, a Isadora Duncan, entre otros.


NACE EL MAGO

Crowley comenzó su camino mágico de forma consciente en Cambridge al leer el libro de Mathers, "La Cábala desvelada". En 1896, en Estocolmo, experimentó su primera liberación interior: "Descubrí que poseía una capacidad mágica que formaba parte de mí. Fue una experiencia dolorosa y terrible a la vez, que me dio la llave del placer y el éxtasis espiritual".
A los 23 años ingresa en la Golden Dawn, la más importante sociedad iniciática del mundo moderno, con conexiones en toda Europa. Su jefe era Mathers.
En ese período, Crowley, aseguró realizar viajes y entrevistas astrales, materializaciones de los elementales, de los silfos y de diversas fuerzas celestiales y demoníacas.
Mathers encontró en París un manuscrito del siglo XV, "El Libro de la Magia Sagrada de Abramelin, el Mago". Este libro se convirtió en el centro de los estudios y prácticas de Crowley. Construyó, entonces, un oratorio en un lugar mágico, aislado y tranquilo: la finca Boleskine, en Escocia frente al lago Ness, y según lo establecía el Libro, una de las salas estaba dedicada a los espíritus. En ese lugar conjuró a su Ángel de la Guarda, su verdadero ser, con quien estableció una perfecta conexión. Al lograrlo, pudo convocar a los cientos de espíritus, ángeles y demonios, que figuraban en el citado grimorio y pudo realizar talismanes.
En la India, se inició en el tantrismo, la erótica sagrada, el sexo sagrado como vía de acceso al conocimiento iniciático, que practicó con hombres y mujeres. En la China, descubrió el I Ching.
En 1901, estando en Méjico, se enteró de la muerte de la Reina Victoria. Para festejar, Crowley se puso a bailar una frenética danza de los pieles rojas: "la muerte de la reina es el fin del peor símbolo humano de intolerancia social y religiosa".
Méjico se convirtió en un país clave en su vida al entrar en contacto con Don Jesús Medina, que lo introdujo en la masonería y en los secretos de los mayas y aztecas. Es aquí donde Crowley aseguró haber verificado su método para lograr la invisibilidad y haber descubierto la llave secreta de la Gran Obra.
A partir de 1920, comenzó a vivir según el lema "Haz lo que quieras", esto es la escencia de la Ley, según el "Libro de la Ley", que escribió después de visitar Egipto y ponerse en contacto con el dios Horus.
"Haz lo que quieras", se concretó en una vida comunal en la que había libertad sexual, droga y magia.
La muerte de su discípulo Raoul Loveday desató un gran escándalo, enfrentándolo a la época más amarga de su vida. De aquí en más fue duramente perseguido, suspendiendo la publicación de sus obras y cancelando sus intervenciones públicas.
Murió en 1947, a los 72 años, una edad sorprendente para un drogadicto del que se decía que tomaba 11 gramos diarios de heroína. Sus últimas palabras fueron: "Estoy perplejo".



Nunca pidieron probar nada contra él, aunque lo intentaron. Basta recordar a la sociedad victoriana en la que vivió, envió a Oscar Wilde a la cárcel durante dos años por homosexual y lo desterró hasta su muerte. Nada les hubiera gustado más que hacer lo mismo con Crowley. ¿Acaso fue más hábil o simplemente inocente?



Fuente: Mundo Paranormal.








martes, 15 de septiembre de 2015

GENGHIS KHAN

Es considerado como un salvaje, un héroe o, incluso, un semidios. Para los musulmanes, rusos y europeos, es un asesino de masas.
Conquistó más territorios que Napoleón, Alejandro Magno o Hitler. Concretamente casi veinte millones de kilómetros cuadrados. Sus hijos y nietos, tras su muerte, ampliaron aún mas el territorio mongol. Su principal enemigo fue el Imperio Chin.
Cuando su mujer, Bönte, con la que se casó a los 16 años, fue secuestrada por un clan enemigo, él montó una guerra para recuperarla; algo que resulta curioso teniendo en cuenta que la mujer en aquella época valía menos que un caballo. Pero aunque pudo recuperarla, ella tuvo un hijo de sus secuestradores. A pesar de que Genghis Khan dejó claro que no era parte de su clan poniéndole como nombre "Sochi" ( extranjero), lo educó como propio.
Según estudiosos, el ocho por ciento de la población masculina asiática lleva la genética de Genghis Khan. Esto respondía a su forma de pensar, un hombre podía medirse por la cantidad de hijos y mujeres que tenía.
Cuando atacaba, le gustaba catapultar cabezas decapitadas a las fortalezas enemigas o cadáveres infectados de peste negra. En muchas de sus campañas asesinó a sociedades enteras. Por ejemplo, los persas decapitaron a muchos de sus soldados. Como venganza asesinó al noventa por ciento de la población persa

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"Soy el castigo de Dios, si no hubieses cometido grandes pecados, Dios no te habría enviado un castigo como yo sobre ti".

domingo, 6 de septiembre de 2015

LAS BRUJAS DE SALEM

Los juicios a las llamadas Brujas de Salem, fueron conducidos entre 1692 y 1693 en Massachusetts. Más de 200 personas fueron sospechosas de practicar brujería o magia negra en el pueblo de Salem.
De ellas, 19 fueron ejecutadas en la horca, cuatro murieron en la cárcel y un octagenario murió a causa de las torturas, cuando lo aplastaron con piedras para que confesara su supuesta culpa.
En el mes de enero, Betty Parris, la hija del pastor Samuel Parris y Abigail, sobrina del religioso, presentaron un caso de extraña conducta, con gritos, arrojando cosas, poniéndose en raras posiciones y hablando de manera misteriosa.
Otra chica, Ann Putnam, proveniente de una familia más influyente del pueblo, también presentó el mismo comportamiento.
Un doctor del lugar, diagnosticó que las acciones eran causadas por fuerzas sobrenaturales.
A finales de febrero, las chicas dijeron que tres mujeres eran las causantes de su mal: Tituba, la esclava del Reverendo Parris; Sara Osborne, una mujer mayor; y Sarah Goode, una desamparada y mendiga.
El primero de marzo, las tres mujeres fueron interrogadas durante días. Osborne y Goode se declararon inocentes, no así Tituba. Las tres fueron detenidas. La hija de Goode, de cuatro años, también fue interrogada y llevada a la cárcel junto a su madre.
Poco a poco, la conducta extraña se manifestó en mayor número de niñas y adolescentes, quienes afirmaron la existencia de brujas que volaban en el mango de escobas, presencia de espectros y acusaron a varios residentes de crímenes y pactos con el diablo.
Aquellos que criticaban los juicios, y tenían dudas de la veracidad de las acusaciones eran acusados a su vez y en algunos casos colgados en la horca.

Los juicios se basaban en supuestos testimonios sin pruebas, hasta que el Gobernador de Massachusetts, William Phips, regresó de un viaje a Inglaterra y nombró a una nueva corte para escuchar los casos de brujería.
El juez principal fue William Stoughton, conocido como cazador de brujas.
Pero la élite más culta de la colonia comenzó a dar muestras de incomodidad ante la creciente histeria y el aumento de acusaciones a personas a todas luces respetables. Comenzaron a surgir publicaciones que ponían en duda el procedimiento, como la obra titulada "America's first tract on evidence", en la que se afirmaba que era mejor tener brujas fuera de la cárcel que inocentes castigados injustamente. Asimismo el reverendo de Boston, Samuel Willard, muy respetado, circuló la idea de que el Diablo , en ocasiones, construía espectros de personas sin el consentimiento de estas.
Finalmente el Gobernador excluyó los testimonios basados en visiones espectrales, con que las "pruebas" contra los restantes acusados quedaron sin efecto.
Les fue otorgada la libertad y se reconocieron los errores de los juicios.

CAUSAS HISTORICAS
Varias teorías relacionan la conducta de las chicas con los efectos del hongo ergot,que causa espasmos musculares, vómitos y alucinaciones. Se encuentra en el trigo, en lugares húmedos y calurosos. Salem estaba situada en medio de un pantano, por lo que es posible que el hongo se haya desarrollado durante el verano.
En el momento histórico, el pueblo se estaba transformando. Había surgido una clase mercantilista, mientras otros individuos luchaban por mantenerse como fuente de producción agropecuaria.


Dos familias: los Putnam y los Porters, pugnaban por el control político y religioso del pueblo, que se debatía en ser o no independiente de los centros de comercio de Salem.
Poe ese entonces, Cotton Mather, había publicado un libro popular acerca de la existencia de la brujería. Esto sumado a la guerra india que tenía lugar a unas 70 millas del pueblo, ponía muy presente la supuesta presencia del Diablo en las mentes de la gnte.
La historia de las Brujas de Salem sigue fascinando hoy en día. La obra teatral escrita por Arthur Miller, "The Crucible",reconstruye los hechos a la luz de los años 50. Hoy día existe un museo que se llena de visitantes en la época de Halloween.